Del 5 al 7 de noviembre, México recibió la XXIII Jornada Latinoamericana de Seguridad y Salud en el Trabajo – JOLASEHT 2024, un evento centrado en abordar los desafíos y avances en materia de seguridad laboral y sostenibilidad en la región. Aspectos como la integración de nuevas tecnologías en la identificación de riesgos, la equidad de género, la gestión de factores psicosociales, el consumo de sustancias ilícitas, el cambio climático, la transición energética y la economía circular fueron parte de las discusiones técnicas que se llevaron a cabo con la participación de reconocidos expertos. El espacio fue liderado por la Asociación Latinoamericana de Seguridad e Higiene en el Trabajo (ALASEHT) de la cual el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) es miembro. En la agenda académica, Colombia se hizo presente a través de la exposición del ‘Panorama de la salud mental en la Seguridad y Salud en el Trabajo’, una conferencia magistral ofrecida por Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del CCS, en la que se presentaron las más recientes cifras sobre los trastornos mentales en el país —particularmente, en términos de depresión e intentos de suicidio— y cómo el trabajo se ha convertido en un factor de riesgo para el desarrollo de estos problemas. Así mismo, se estableció el impacto de este fenómeno sobre la productividad de la nación y se entregaron recomendaciones para hacer de los entornos laborales, escenarios protectores de la salud mental. A su vez, el Grupo Técnico Laboral de la Alianza del Pacífico presentó la ‘Política de Gestión de Riesgos Psicosociales Laborales y promoción de la salud mental en los lugares de trabajo’ aplicable a los países que conforman dicho mecanismo de integración económica y comercial e invitados de Mercosur. Otro de los temas de gran relevancia tratados durante JOLASEHT 2024 fue la importancia del comportamiento seguro en la prevención de riesgos laborales, la necesidad de continuar fortaleciendo un enfoque proactivo de la seguridad y de implementar una gestión integral de la misma. Para ello, se compartieron herramientas clave como los atlas y mapas de riesgos laborales y metodologías de análisis que permiten anticipar y mitigar potenciales peligros en diferentes industrias y sectores. La preocupación por el creciente uso de agentes químicos y su impacto en la salud de los trabajadores de sectores agroalimentarios también tuvo su capítulo al igual que el contacto con minerales potencialmente peligrosos en otras industrias. En este sentido, Jacqueline Mesa, gerente técnica del CCS, ofreció una ponencia titulada ‘Buenas prácticas para el control de la exposición ocupacional a sílice y asbesto en el sector de la construcción’. Por su parte, la Asociación Internacional de Seguridad Social (ISSA, por sus siglas en inglés) presentó la iniciativa ‘Visión Zero’ un enfoque basado en el supuesto de que todos los accidentes, daños y enfermedades laborales son prevenibles. La Comisión Especial de Prevención de la ISSA presentó temas relevantes para la prevención de riesgos en las cadenas de suministro, el desarrollo de indicadores proactivos, la inspección de trabajo y los desafíos específicos del sector eléctrico. ISSA y ALASETH firmaron un acuerdo de entendimiento con el objetivo de facilitar la implementación de políticas y programas que contribuyan a la reducción de accidentes de trabajo (AT) y enfermedades laborales (EL), impulsando así un cambio cultural hacia entornos laborales más seguros y sostenibles. El evento concluyó con un llamado a la colaboración regional y el intercambio continuo de experiencias, destacando la importancia de que los países de América Latina trabajen juntos en el desarrollo de políticas y prácticas que respondan a las realidades y desafíos específicos del territorio.
Leer másOrganizaciones saludables: balance entre la rentabilidad organizacional y el bienestar laboral El éxito empresarial ya no se mide únicamente por las cifras de negocio. Hoy por hoy, las compañías líderes son aquellas capaces de generar valor para la sociedad, contribuir al bienestar colectivo y dejar una huella positiva más allá de sus resultados financieros. Las utilidades, el crecimiento y la conquista de mercados son claves, pero es en la protección y el desarrollo del capital humano donde se define la verdadera productividad, competitividad y sostenibilidad. Sin personas no hay empresas, y sin empresas no hay empleo, protección social, ni calidad de vida. Las empresas, por ende, son motor de desarrollo. Sin su existencia, no hay bienestar posible. Desde esta visión, los lugares de trabajo deben trascender su rol tradicional de centros de producción y convertirse en motores de transformación: entornos que protegen la salud, la seguridad y el bienestar integral de las personas y sus comunidades. Aquí es donde aparece el concepto de “organizaciones saludables” como una apuesta que revoluciona la manera de concebir la gestión organizacional. La propuesta no es nueva ni improvisada. Desde 2010, la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene impulsando su ‘Modelo de entornos laborales saludables’ mediante el cual insta a las empresas a abordar cuatro vías de influencia en el entorno laboral para la promoción de la salud. La primera tiene que ver con el ambiente físico, que implica la gestión de riesgos químicos, físicos y biológicos, la creación de condiciones seguras de trabajo, así como la gestión y respuesta frente a desastres. Una segunda vía se centra en el ambiente psicosocial, que abarca la organización del trabajo, la cultura organizacional y la carga mental y emocional de las labores. La tercera, se enfoca en la promoción de la salud como un compromiso social tanto al interior de la organización como en las familias de los trabajadores y las comunidades vecinas. Finalmente, la cuarta vía aborda cómo la organización brinda acceso a información, herramientas y oportunidades de promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación en salud. En los últimos años el concepto de entornos laborales de la OMS se ha ampliado. Hoy, las organizaciones saludables se caracterizan, además, por realizar esfuerzos sistemáticos, planificados y proactivos para mejorar el bienestar de los trabajadores desde un enfoque integral: establecen políticas de empleo decente, así como de diversidad y equidad laboral; rediseñan los puestos de los trabajadores acorde con sus necesidades físicas y emocionales ?para prevenir fenómenos como, por ejemplo, el boreout o el burnout?; crean procesos de formación y desarrollo de carrera; impulsan habilidades blandas a la par de las competencias profesionales; generan una cultura de comportamientos seguros y promueven estilos de vida saludable entre los trabajadores de manera que sean permeables a sus familias y comunidades. En términos de bienestar psicológico y social, se preocupan por construir un ambiente de trabajo motivacional y satisfactorio a partir de una comunicación abierta y del reconocimiento y gestión de las emociones. A su vez, brindan apoyo emocional en momentos de crisis y fomentan la capacidad de resolver conflictos de manera constructiva. En este sentido, la cultura organizacional adquiere un rol crucial pues es a través de este medio como las organizaciones saludables logran promover relaciones interpersonales entre líder-trabajador-cliente basadas en el respeto, la colaboración, la empatía y el cuidado mutuo. De ahí que el liderazgo positivo sea un factor fundamental para consolidar entornos laborales capaces de inspirar, movilizar y proteger a las personas, al tiempo que fortalecen el compromiso organizacional y la resiliencia colectiva, factores que, al crear valor social, impactan positivamente en la rentabilidad financiera. Finalmente, las organizaciones saludables reconocen que sus operaciones tienen impactos en el medio ambiente y, en consecuencia, actúan de manera responsable en la gestión y conservación de los recursos naturales, pues comprenden que de la calidad del entorno depende el bienestar de sus trabajadores, proveedores, clientes y consumidores. “Las organizaciones saludables son una versión más sólida y perdurable ?explica Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del Consejo Colombiano de Seguridad?. Esto se debe a que han incorporado la salud y el bienestar de los empleados en su funcionamiento, integrándolos con los objetivos estratégicos de la organización. En otras palabras, no solo son fuentes de ingresos económicos, sino de calidad de vida”. En este contexto, para Solano Luque, la gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) se consolida como un pilar fundamental en ese propósito a partir de la identificación de los peligros y la gestión de los riesgos, la asignación de recursos, la planificación de acciones y el monitoreo y mejoramiento continuo de las organizaciones. Beneficios Las organizaciones saludables generan beneficios transversales clave como el aumento de la productividad, la mejora del clima laboral y una reputación corporativa más sólida. Al reducir el ausentismo y la siniestralidad, fortalecer el trabajo en equipo, elevar el compromiso del talento humano y fomentar la innovación, estas empresas se posicionan como entornos donde el bienestar impulsa el crecimiento socialmente responsable y un desempeño más sostenible, inclusivo y resiliente.
Leer másEn el marco del trabajo realizado por el Centro de Estudios en Sostenibilidad – Torcaza, del Consejo Colombiano de Seguridad, se realizó el lanzamiento de esta publicación, que aborda contenidos con rigor científico en gestión de la SST, salud de los trabajadores, gestión del riesgo químico y sostenibilidad.
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